De mis favoritos II

El otro día me preguntaba por qué será que me gusta tanto perderme. Quizás sea porque disfruto del hallazgo de encontrarme, de llenar esos vacíos que huelen a duda.

Ya es la madrugada y estoy sola, sentada en un rincón de la cama. Y siento paz.

Llenar el vacío no tiene por qué implicar cargarlo con más cosas, no?

A veces viene bien frenar un poco, posicionarse, usar esas angustias de escalón; dejar que las angustias se vuelvan incógnita, y que tantas preguntas conversando resulten en un nuevo yo.

La síntesis de mi realidad hoy huele a duda, y esa duda no tiene por qué ser sinónimo de callejón sin salida.

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