Viajarse II
Viajar es viajarse.
Me pregunto qué generará en los que, como yo, se atreven a darle a su alma vuelo.
O peor aún, me inquieta saber el por qué de aquellos que todavía no se animaron a hacerlo.
Miedo, coraje, sabor a nuevo.
Ganas de comernos el mundo.
El paisaje en su esencia parece inalterable, entonces la pregunta es qué cambia.
Y ahí, en la mismísima inquietud, está la respuesta.
La razón por la que al regresar a la rutina todo sigue igual pero nada parece ser lo mismo.
Porque una vez que el alma emprende vuelo no quiere aterrizar.
Una vez que la mente descubre a lo que puede abrirse no se quiere cerrar.
Una vez que uno saborea el viaje, no quiere dejar de viajar
De plenamente ser, y florescer, viajarse.