Caminando a casa
Son sólo 5 cuadras hasta llegar a la parada del bondi, pienso mientras cierro la reja de casa. 4 conductores, uno por cada esquina que hago, escupen comentarios incoherentes desde sus ventanillas medio bajas que pretenden sonar a halago, a piropo, a no sé qué mierda. La cantidad de contestaciones que se me ocurren triplican la cantidad de pasos que tengo que hacer hasta llegar a destino. Pero entonces, nada. Silencio; porque por más que quiera ninguno de mis pensamientos es más grande que el sentimiento de miedo. Pero además de miedo siento enojo, siento angustia, siento indignación por no saber cuándo irá a parar todo esto. Y no es por ser mujer, ni siquiera es por cómo me visto, cómo pienso o cómo actúo, es porque esta sociedad de mierda nos hizo creer que somos lo suficientemente capaces de hacer un juicio de valor respecto de alguna de todas esas cualidades que nos definen.